Ya en pleno estío, la
zambullida en el Cantábrico supone, al menos para mí, una experiencia
distinta. En esta ocasión, además, el
estreno del chapuzón estival armoniza con temperaturas desacostumbradas en estos
pagos, por elevadas, tanto en el agua como en el ambiente. En esas condiciones,
y partir del mediodía, la playa se ve anegada de gentes llegadas desde el
interior escudriñando un sitio en la arena, tras haber batallado por un lugar
en el aparcamiento, lo que sólo consiguieron unos pocos, a la vez que el resto
lo intentaba sin descanso como omitiendo que no hay sitio para todos. Ese es el principio de escasez de la
Economía: si todos no podemos acceder al mismo tiempo a un determinado bien, ese
bien es escaso, como ocurre hoy con el aparcamiento y la arena. Alguien prometerá buenas porciones de ambos
para todos sin explicar cómo habrá de conseguir ese milagro.
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