Curioso que la idea de España esté netamente desviada de los
lugares comunes de la Izquierda, tanto de la circunscrita en partidos o
sindicatos como de la denominada "izquierda indefinida". Ningún argentino parece identificar la
bandera de su país con Videla; los griegos no suelen asociar la suya a los
"coroneles", y así sucesivamente.
Pero, en nuestra España, y en amplios sectores de lo que podríamos
denominar "progresía", la bandera y la exaltación de la Nación se consideran,
en gran parte, como rémora de un pasado infausto, ligado al franquismo y
alejado de la verdadera legitimidad democrática, la de la II República con su
enseña tricolor. ¿Puede ser esa la
explicación de la querencia de la Izquierda española, desde los albores de la
Transición, hacia el nacionalismo
periférico? Sólo en estos últimos meses,
tras el intento de golpe de los supremacistas de Tractoria, juzga pertinente la sociedad española, o una parte significativa
de la misma, la necesidad de defensa de
la unidad nacional: las banderas en los balcones, las manifestaciones
españolistas en Cataluña, Tabarnia......fueron el impulso para la aplicación
del 155, y la base para que una parte del espectro político se atreva con
asuntos como la discriminación lingüística.
Pero falta que, más allá del centro-derecha, la Izquierda, al menos en gran parte de su
espectro, se despoje de ese miedo a querer la propia Nación que, por otra
parte, es la que, como espacio de
soberanía que reúne a los ciudadanos de un territorio, puede garantizar
nuestros derechos y libertades. Hace
falta una revolución en ese sentido, y escuchar el clamor de la calle, más allá
de los clichés y tópicos ideológicos que tanto aman los liberticidas.
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