Francisco de Asis fue ungido como patrón de la Ecología
durante el papado de Juan Pablo II. El
amor por la Naturaleza y todos sus seres se inscribe en esa suerte de panteísmo
bajomedieval, de origen aristotélico, como expresión de una nueva religiosidad que sustituye al Dios de la Ira por otro de
rostro más humano. A partir de ahí, el
concepto de Naturaleza se vuelve metafísico; el actual concepto de Ecosistema
conserva alguno de esos rasgos; desde el mismo, se llega al conservacionismo,
al ecologismo y al animalismo. Los Nazis fueron los primeros en legislar contra la vivisección y la caza de animales, y en favor del bienestar animal. En 1933, recién ascendido Hitler al poder, se
promulgó la Ley de Protección de los
Animales y, un año después, la Ley de la Caza, seguida, en 1935, de la Ley de Protección de la Naturaleza que, entre otras cosas, incluyó
un reglamento especial para transportar animales en automóviles, además
de prescribir la manera menos traumática de herrar a los caballos o aconsejar el procedimiento menos doloroso para cocinar langostas, evitando que se cocieran vivas. Así pues, los asuntos relacionados con la Naturaleza
formaban parte relevante de la ideología nacionalsocialista. Bastantes de los
principales dirigentes del NSDAP eran vegetarianos. Es más, la legislación actual sobre bienestar animal y ecología en Alemania, y
otros países, es una variación de la introducida
en la Alemania del Reich. La tierra madre, sus bosques, ríos, flora y fauna,
debían ser preservados para salvar el refugio y sostén de la raza aria, que era un deber ineludible. Como vemos, el panteísmo
se puede mezclar con toda una variedad de elementos religiosos, ideológicos o
seudocientíficos para, después de agitarlo, producir pesadillas. Tiempo al tiempo.
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