No es nuevo lo de la posverdad. La reconstrucción de los hechos, su constante
reinterpretación emocional, es un rasgo de nuestra memoria. Es sabido que los testigos judiciales pueden
ofrecer, a lo largo del tiempo, si el proceso se demora, versiones
contradictorias, e incluso opuestas, sin que ello suponga que mienten desde el
punto de vista subjetivo. Si ello ocurre
en la escala individual, se multiplica en la colectiva o social, afectada además
por múltiples intereses y motivaciones. Revel afirmó que la mentira mueve al mundo y Baudrillard
habló de la cultura del simulacro. Tal
vez ambas visiones se refieran a lo mismo en el universo de los hechos
colectivos. Y es posible que gran parte
de los eventos y procesos que tenemos por relevantes no lo fueran del todo. El
mundo se inventa cada día. O se manipula
para que las cosas hayan sido como nos hubiera gustado que fueran ( o como nos
conviene que hayan sido). Es necesaria,
no me cabe duda, una reconstrucción de la Historia , y de las historias con minúscula, y de
los mitos que sustentan las ideologías.
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