En relación con Cataluña, sólo me queda repetir lo que
escribí, en este mismo lugar, el 27 de marzo de 2006, hace once años y
medio. Era lo siguiente:
"No siempre en la
realidad vencen los buenos como ocurre, casi siempre, en el cinematógrafo.
Señalaría, incluso, que, en el orbe sublunar de cada día, suelen triunfar los
viles. Dios
ayuda a los malos cuando son más que los buenos; lo sabían ya en la Edad
Media. A veces no es que sean más, sino que cuentan con la inacción, la
ofuscación y/o el autoengaño de quienes deberían de estar a este lado de la
línea. Lo maquiavélico, entendido como la disociación entre ética y política
(verbigracia) es un modus vivendi y operandi bastante frecuente. Añadamos que
todo puede ser argumentado con la retórica y oratoria precisas, junto con la
clonación hasta el empalago de un determinado mensaje para así mutar en
aseveración indudable y juiciosa cualquier falacia.
Frente a todo ello, gozamos del pensamiento, del sentido crítico que nos hace
seres racionales, aspirantes a una cierta dosis de libertad intelectual. En mis
tiempos universitarios, ese sentido crítico se consideraba como condición sine
qua non de la inteligencia. Irrefutable. Pero algunos ( o muchos), embrollando
el cielo con el dedo que apunta, hicieron de las conclusiones del método en un
momento dado, una especie de verdad atemporal, sin comprender que, siendo
siempre el mismo el sentido crítico, sus objetivos y elucubraciones van
variando. Estos que digo se han quedado anquilosados (pero con poder) y ya no
manejan aquella dialéctica (¿delicuescente?), aunque parecen ignorarlo, tachando de retrógrados a los que han resuelto
utilizar el ya citado sentido con los parámetros actuales. Mas, ¿quiénes son
los reaccionarios del presente? Apliquen su sentido crítico y ganarán la
respuesta.".
No hay comentarios:
Publicar un comentario