Carlo María Cipolla fundó, ya en el pasado siglo, y en un curioso opúsculo,
las leyes de la estupidez humana.
Considerando que el porcentaje de estúpidos es constante en cualquier
grupo humano sin distinción (incluso si tomamos como referencia el grupo de los
premiados con el Nobel), la quinta de sus leyes es tal vez la más
llamativa, determinando que los
estúpidos son más nocivos y peligrosos para cualquier sociedad que los
malvados. Partiendo del hecho de que son
estúpidos aquellos que, mediante cualquier acción, perjudican a los otros sin beneficiarse ellos mismos, las nociones de Cipolla son de gran aplicación
en nuestro presente social, cultural y político. Como, según él, constituyen los estúpidos el único
grupo en el que sus miembros no son conscientes de pertenecer al mismo (al
contrario que los inteligentes, incautos y malvados, que son las otras tres tipologías
que propone el italiano), y siempre tendemos a subestimar su número, el modelo
funciona para explicar muchas de las cosas que están ocurriendo; en la Ciencia,
los modelos y las teorías son plausibles cuando explican los hechos. Pues bien.
Búsquense explicaciones partiendo del modelo de Cipolla y seguro que se
encontrarán. No voy a entrar en
detalles. Que cada cual lleve a cabo su
propia indagación.
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