LO OBLIGATORIO.
Aseveró Don Antonio Escohotado: “Cívico es reducir lo
obligatorio a mínimos, vedando el acceso a las magistraturas de quienes
pretendan lo contrario.” Este adalid
de las libertades, no sólo destacó por una inteligencia privilegiada sino por
la lucidez en el pensar, siendo esto último un bien algo más escaso. Si nos fijamos en lo que está pasando, somos
cada vez más incívicos pues si, aplicamos la sentencia arriba transcrita, vamos
en sentido contrario; hay cada vez más amigos de prohibiciones y obligaciones
impuestas, o al menos más partidarios de obedecerlas por considerarlas
dirigidas a la obtención de un supuesto bien común siempre discutible. Y si hablamos del acceso a las magistraturas,
ocupadas parecen de manera ampliamente mayoritaria por los amigos de la
imposición. Ya no estamos lejos de
alcanzar aquella situación en la que solo existieran cosas obligatorias o
prohibidas, que es lo propio de cualquier colectivismo, con el comunismo a la
cabeza. Don Antonio ya no está ante
nosotros y desconoce la evolución última de esta tendencia, pero tenemos su
aserto para reflexionar un poco e intentar expulsar de las magistraturas, por
puro civismo, a los apóstoles de la interdicción.
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